lunes, 14 de marzo de 2011

La invención del Tercer Mundo Construcción y deconstrucción del desarrollo - Arturo Escobar

Síntesis: Prólogo, Prefacio, Capítulo 1

Por: NADYA GONZÁLEZ ROMERO


En esta obra Escobar  plantea la hipótesis de que el Tercer Mundo más que un fenómeno objetivo, es una invención norteamericana creada después de la segunda guerra mundial para la aplicación de tecnologías de gobierno concretas diseñadas para Latinoamérica, Asia y África.
La apuesta  del libro es hacer circular la idea de que es posible un mundo diferente al que se ha centrado en el mito del desarrollo. Su carácter performativo radica en la  invitación a dirigirse hacia esa meta;  lo primero es confrontar el desarrollo.  El propósito fundamental es desnaturalizar el ‘desarrollo’ al mostrarlo como una experiencia  histórica en la que se ha creado una forma de pensar y actuar i.e. un régimen de representación que involucra tres elementos fundamentales; las formas de conocimiento que lo constituyen (objetos, conceptos y teorías);  un sistema de poder  que regula las prácticas que ocurren en su dominio;  y unas formas de subjetividad que se promueven  discursivamente y que son las que garantizan su existencia y perpetuación. Estos tres ejes constituyen 'el desarrollo' como formación discursiva ‘un ‘aparato eficiente  que relaciona sistemáticamente las formas de conocimiento con las técnicas de poder.'(30) .  

Como era de esperarse desde su posicionamiento posestructuralista, a partir del cual se reconoce la fuerte incidencia de las dinámicas de discurso y poder en la creación de realidad, Escobar fundamenta su  análisis en  los regímenes del discurso y la representación  entendidos como 'lugares de encuentro de los lenguajes del pasado y del futuro,… lenguajes externos  e internos, y lenguajes de sí y de los otros (Rojas, 1994)’. Lo anterior es fundamental porque, en sus palabras:

“Pensar el desarrollo en términos del discurso permite concentrarse en la dominación –como lo hacían, por ejemplo, los primeros análisis marxistas– y, a la vez, explorar más productivamente las condiciones de posibilidad y los efectos más penetrantes del desarrollo. El análisis del discurso crea la posibilidad de “mantenerse desligado de él [discurso del desarrollo], suspendiendo su cercanía, para analizar el contexto teórico y práctico con que ha estado asociado” (Foucault, 1986: 3). Permite individualizar el “desarrollo” como espacio cultural envolvente y a la vez abre la posibilidad de separarnos de él, para percibirlo de otro modo.”(p.23)

Afirma entonces que el desarrollo surge a finales de los años 40 como producto de  un encuentro de regímenes de representación. Estos lugares de encuentro constituyen  el  espacio donde se construye las identidades ‘subdesarrolladas’ al tiempo que se origina, simboliza y maneja la violencia.

“Ver el desarrollo como discurso producido históricamente implica examinar las razones que tuvieron tantos países para comenzar a considerarse subdesarrollados a comienzos de la segunda posguerra, cómo ‘desarrollarse’ se convirtió para ellos en problema fundamental y cómo, por último, se embarcaron en la tarea de ‘des-subdesarrollarse’ sometiendo sus sociedades a intervenciones cada vez más sistemáticas, detalladas y extensas. A medida que los expertos y políticos occidentales comenzaron a ver como problema ciertas condiciones de Asia, África y Latinoamérica –en su mayor parte lo que se percibía como pobreza y atraso– apareció un nuevo campo del pensamiento y de la experiencia llamado desarrollo, todo lo cual desembocó en una estrategia para afrontar aquellos problemas. Creada inicialmente en Estados Unidos y Europa occidental, la estrategia del desarrollo se convirtió al cabo de pocos años en una fuerza poderosa en el propio Tercer Mundo.(23-24)

En esa línea de ideas, Escobar  explicita los fundamentos de lo que él llama  'un orden de conocimiento y discurso' del Tercer Mundo como subdesarrollado, para lo cual se dedica a cartografiar la génesis del desarrollo en el espacio global de las prácticas económicas modernas.  De esta manera  desarrolla lo que él denomina una  'antropología de la modernidad' en el marco de la cual se entiende la   modernidad occidental como fenómeno cultural e histórico específico. Para ello acude a la propuesta de 'antropologizar a Occidente’; en el sentido de Rabinow (1986:241);  mostrar  aquello que le es  exótico en cuanto  a su creación de realidad, enfatizar en la aparente universalidad de ámbitos como la epistemología y la economía, para hacer evidente su peculiaridad como fenómenos históricos y mostrar que sus pretensiones de verdad están ligadas a prácticas sociales que han tomado fuerza en contextos históricos concretos. Estas ideas surgen a partir del análisis de estudios sobre Latinoamérica realizados en la década de los sesenta y comienzos de los setenta, aplicados a los campos del desarrollo rural, la salud,  la nutrición.

Confrontar el desarrollo implica primero deconstruirlo y luego plantear alternativas. Por esto último, se puede afirmar que  Escobar va un paso más allá que los demás trabajos que se han dedicado a articular una crítica discursiva del desarrollo[1]; describe, además,  las formas de resistencia  que emergen  contra las intervenciones del desarrollo y la lucha que éstas entablan por la creación de nuevas formas de ser y hacer. Plantea como alternativas principales la acción colectiva de los movimientos sociales -que pudieran ser actor de despertar de la lucha popular-  y el invento de un lenguaje derivado de culturas híbridas. Todo esto implica un reto inmenso para la antropología, pues en este campo ha habido mucha reticencia a ver el desarrollo como un régimen de poder muy probablemente por la dificultad que implica para los antropólogos reconocer que su campo también se ha constituido en esas dinámicas:

“La antropología, se arguye actualmente, tiene que “volver a entrar” en el mundo real, luego del auge de la crítica textualista de los años ochenta. Para lograrlo, debe volver a historiografiar su propia práctica y reconocer que esta se halla determinada por muchas fuerzas externas al control del etnógrafo. Más aún, debe estar dispuesta a someter a un escrutinio más radical sus nociones más preciadas, como etnografía, ciencia y cultura (Fox, ed., 1991”  (p. 40)


En el Capítulo 2 describe el establecimiento y consolidación del discurso del desarrollo y su aparato desde sus inicios (segunda posguerra) hasta nuestros días.    En el Capítulo 3 expone la  construcción de  la noción de 'subdesarrollo' en las teorías de desarrollo económico de la 2a posguerra. En el Capítulo 4 describe el  funcionamiento del desarrollo en que subyace a las técnicas racionales -planeación, medición, evaluación, conocimientos profesionales, prácticas institucionales-  aplicadas en estudios sobre la desnutrición y el hambre. En el Capítulo 5 explica los regímenes de representación que subyacen a los esquemas sobre mujeres, campesinos y medio ambiente. El  Capítulo final es una invitación  a imaginar un régimen de representación alternativo al desarrollo a través de la invención prácticas alternativas en el contexto de los  actuales movimientos sociales del  Tercer Mundo.

“Se afirmará que más que buscar grandes modelos o estrategias alternativas, lo que se requiere es investigar las representaciones y prácticas alternativas que pudieran existir en escenarios locales concretos, en particular en el marco de la acción colectiva y la movilización política.” (44-45)



[1] James Ferguson sobre el desarrollo en Lesotho (1990);  Sachs, ed. 1992 analiza palabras calve como mercado, planeación ,etc.; Proyecto colectivo análogo con enfoque en sistemas de conocimiento; 'Mujer en desarroll (MYD) etudiado como régimen de represetnaciónpor varias  investigadoras feministas Adele Mueller y Chandra Mohanty;  Antropólogos suecos  que estudian los conceptos de 'desarrollo  y 'modernidad'  en distintyos contextos. (Dahl y Rabo, eds., 1992). Pigg (1992); Rol de las disciplinas convencionales  detnro del discurso del desarrollo  Irene Gendzier (1985)Kathryn Sikkink (1992); Función de la sociología nortemaericana  chileno Pedro Morandé (1984),  Kate Manzo (1991).

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