miércoles, 9 de marzo de 2011

Síntesis: La relación entre el ascetismo y el espíritu capitalista


En este capítulo,  Weber describe más detalladamente la relación entre las ideas piadosas del ascetismo protestante y las ideas claves del espíritu económico capitalista. Ante la imposibilidad de mirar el protestantismo de manera global, acude a dos de los escritos[1] de Richard Baxter, hombre representativo del puritanismo inglés. Estos  se clasifican dentro de los escritos teológicos inspirados directamente de la cura de almas. La cura de almas era un ejercicio en el cual operaban las fuerzas religiosas  determinantes en la formación del carácter de los hombres. Baxter, según Weber, fue quien sentó las bases para el concepto de profesión y sus escritos tuvieron aceptación universal. Por ello W lo consideró como representante adecuado para estudiar la relación entre el ascetismo protestante y el espíritu capitalista.
Lo primero que observa al  analizar los textos en cuestión es: “nos parece inaudito el énfasis puesto en los factores ebioníticos del Nuevo Testamento, (5) al manifestar cualquier opinión acerca de la propiedad y su consecución. (6)[2]” Supongo que hace referencia a las desviaciones que hace el protestantismo en relación con las ideas religiosas medievales (para Sto. Thomás el trabajo no era una obligación, solo debían trabajar quienes lo necesitasen)[3]:
1.       El trabajo es un mandato divino para todos. Esta idea aún no estaba muy radical en Lutero, pero en el s. XVII sí, al punto de tener efectos psicológicos de suma importancia en el carácter de los seguidores.
2.       Eliminación de la ambición “destruir toda ambición por hacerse rico mediante los bienes materiales”, se censura el deseo de amasar bienes, porque en la riqueza se corre el riesgo del goce, el sensualismo. Nada de goce y placer; sólo obras.[4] (esta idea se radicaliza, pues en Calvino no era tan rigurosa, él no veía tan peligrosa la riqueza)
3.       Desde el punto de vista espiritual se arraiga el principio del tiempo como dinero expresado siglos después por Franklyn.[5]
4.       La forma de trabajo que agrada a Dios es la que se hace en el marco de una profesión estable desempeñada con juicio y disciplina[6]. Con ésta se logra superar la tentación. [7]  Así se anuncia la idea moderna de especialización.[8]
5.       Contradicción: se trata de abolir la ambición, pero se prescribe la acumulación de riqueza.[9]


Influjo directo en el modo de vida capitalista del concepto puritano de la profesión y la idealización de un comportamiento ascético.
1.       Contra el placer y el regocijo.[10]
2.       Actitud frente a los bienes de la cultura; buena actitud frente a la ciencia, pero negativa frente al arte[11], las diversiones profanas, las supersticiones, lo mágico, la celebración de la nochebuena, la expresión artística de la iglesia, etc. (excepto en Holanda), condenaban el arte teatral, las manifestaciones eróticas.
3.       “Condensando, diremos que el ascetismo laico del protestantismo obraba contra el placer despreocupado de la abundancia, usando la potencia al máximum, y ahorcaba el consumo, principalmente de artículos lujosos; por otra parte, psicológicamente aniquilaba, sin embargo, todas las sujeciones que la ética tradicional ofrecía al deseo de la riqueza, destruía todos los eslabones del anhelo de lucro pues, aun cuando no lo legalizaba, lo tenía conceptuado como mandato de Dios (con el significado expuesto). La pelea entablada contra el sensualismo y el apego a la riqueza no iba dirigida hacia el lucro racional; se trataba de dar el golpe al uso irracional de la riqueza.” 102-103
4.       Contradictorio; desea el bien pero  no deja de crear el mal.[12]
5.       Más que contribuir a la formación de capitales, contribuyó a la creación de un ethos; el del hombre económico y con ello influyó indirectamente en la formación del capitalismo moderno occidental, tal como lo describió Franklin.[13]
 “especialistas desprovistos de espiritualidad, gozantes desprovistos de corazón: estos ineptos creen haber escalado una nueva etapa de la humanidad, a la que nunca antes pudieron dar alcance”
“En suma, sería interesante no perder de vista su proceso histórico, tomando como punto de partida los indicios, en tiempos del medievo, de un ascetismo laico hasta que éste se pierde en el utilitarismo, por entre las diversas esferas sobre las que desplegó su acción el ascetismo piadoso. Únicamente así sería factible demostrar absolutamente la proporción del extraordinario alcance ilustrativo del protestantismo ascético con respecto a otros factores plásticos del actual mundo civilizado.” (109-110)



[1]Christian Directory, el compendio más extenso que se haya logrado de la ética puritana, el cual se refiere en general, a todo aquello que es requerido prácticamente para la cura de al mas.”  Y  Eterna paz del Santo de Baxter.
[2] Muy receptivos al antiguo testamento, en cuanto a la propiedad.
[3] Vemos aquí con toda claridad cómo las concepciones medie vales se han desviado.
[4] La abundancia acarrea en sí un riesgo enorme, los impulsos que inducen a obtenerla son continuos y el suspirar por ella, (7) además de ser absurdo por confrontación con la ilimitada supremacía del reino de los cielos, es también moralmente reprochable.
[5] “…el primero y más importante de todos los pecados es el derroche del tiempo: la durabilidad de la existencia es demasiado breve y hermosa para consolidar nuestro sino. Desperdiciar el tiempo en la vida social, propalando murmuraciones, (10) en la opulencia, (11) inclusive, entregándose al sueño por más tiempo del que requiere la salud corporal, esto es, de seis a ocho horas, a lo sumo, (12) es del todo reprochable en cuanto a lo moral.”
[6] En torno a ello, Baxter hace oportunas consideraciones que por varias veces, en más de un aspecto, nos traen a la memoria los bien sabidos encomios de la división del trabajo emitidos por Adam Smith. (32) El hecho de que las profesiones con especialidades proporcionen al trabajador la habilidad (skill), origina un ascenso tanto cuantitativo como cualitativo del trabajo rendido y redunda en beneficio de la comunidad (common best) que viene a ser igual en favor de la máxima parte posible. El motivo que induce a la realización es, pues, incondicionalmente utilitario y afín por entero a entendimientos ya comunes en la literatura puramente secular propia de la época. (33) De ahí que el revestimiento puritano aparezca en el momento en que Baxter expone a la cabeza de todos sus razonamientos este argumento: “si el hombre no cuenta con una profesión estable, cualesquiera de los trabajos que realice serán estrictamente accidentales y fugaces; como quiera que sea, destina más tiempo a la ociosidad que al trabajo”; de donde se infiere que “aquel (el trabajador profesional) ejecutará ordenadamente su tarea, en tanto que el otro permanecerá en constante desorden, y para su negocio no habrá tiempo ni espacio. . .; (34) por ende, lo más adecua do para cada quien es contar con una profesión estable”
[7] Ante la tentación sexual, así como la duda o la ansiedad religiosa, se recetan varias curas: dieta moderada, alimentación vegetariana, baños fríos; pero, en especial, esta máxima: “trabaja tenazmente en tu profesión”.
[8] La especialización que en la actualidad impera en el mundo ilumina moralmente con un resplandor magnificente esta reiterada predicación puritana del valor ascético de la profesión estable,
[9] La opulencia es únicamente condenable cuando induce a la holganza corrupta y al placer sensual de la vida, y el afán de enriquecerse tan solo es malo si lleva implícito la seguridad de una vida indiferente y confortable y la fruición de todas las concupiscencias. Sin embargo, en calidad de práctica del deber profesional, además de ser moralmente lícito, constituye un mandato prescrito.
[10] El disfrute licencioso de la vida, distante del trabajo profesional tanto como de la religiosidad, era el antagonista del ascetismo racional bien sea que se mostrase aquél como recreo “señorial” o como la asidua concurrencia del hombre común al baile y a los bares. (62)
[11] El panorama en el campo de la literatura, sin incluir el de la ciencia, (64) y del arte es, indudablemente, distinto. Al ascetismo se le debe, aquí, el hecho de haber asfixiado el júbilo de la vieja Inglaterra
[12] Por lo que se refiere a la fecundación de bienes, el ascetismo se enfrentaba por igual a la falta de lealtad que a la ambición de riquezas por el solo instinto. Únicamente esto era lo que el ascetismo condenaba como covetousness, como mammonismo, etcétera, pretender la abundancia con la sola y exclusiva finalidad de enriquecerse. La riqueza, considerada en sí, es una tentación. Lamentablemente, de ahí se desprende con claridad, el ascetismo operaba con el rigor semejante al que “siempre desea lo bueno y nunca deja de crear lo malo” (se entiende por malo: la riqueza y sus tentaciones). De hecho, conforme con el Antiguo Testamento y de igual modo a la valoración ética de las “buenas obras”, además de aquilatar en el afán de la riqueza, como última finalidad, lo sumo de lo reprochable y, en contraste, un favor de la voluntad divina en el enriquecimiento, como producto del trabajo profesional, vio algo más importante, esto es, la valoración ética del trabajo constante, prolongado, de manera sis temática en la profesión, como vía ascética preeminente y en calidad de prueba verdadera y palpable de regeneración y de auténtica fe, que debía ser el más efectivo agente, para difundir el concepto de la vida que hemos denominado “espíritu del capitalismo”.

[13] Hemos intentado dar prueba de que el espíritu ascético del cristianismo fue el que originó uno de los factores que intervinieron, a su vez, al nacimiento del moderno espíritu capitalista y hasta de la propia civilización de hoy día, la racionalización del comportamiento en base al concepto de la profesión. Reflexionemos, una vez más, fijando la atención en el documento visto al principio de este trabajo, y que nos fue legado por Franklin, y se reconocerán estos factores inherentes de esa mentalidad a la que hemos nombrado “espíritu del capitalismo”, los mismos recién señalados, precisamente, constitutivos del ascetismo profesional puritano, (108) bien que sin la raíz piadosa que Franklin poseía. Ciertamente, tan pronto como el ascetismo traspuso el umbral de los claustros monacales a fin de integrarse en la vida profesional y regir la ética mundana, tomó parte, en la medida de sus posibilidades, en la erección de este colosal mundo de orden económico moderno, el cual, estando enlazado al estado técnico y económico de la productividad mecánica maquinista, señala en la actualidad, con una energía irresistible, el modo de vida de los seres que ven su primera luz en él sin exclusión de nadie, tomen o no parte con su actividad e, indudablemente continuará señalándolo por considerables años más, opinión de Baxter, la inquietud por la riqueza no había de abrumar lo más mínimo el ánimo de sus santos, a lo sumo sentirla tan ligera como si sobre los hombros se llevara “un manto fino que, en un momento dado, pudiese deslizarse hacia el suelo”. (110) Mas, el infortunio quiso que el manto se transformara en duro cofre. El ascetismo tomó con especial interés la transformación del mundo y estimó que en él debía realizarse; no es para sorprenderse que las riquezas de este mundo tuvieran un tan poderoso alcance progresivo y, en último caso, irresistible sobre la humanidad, desconocido enteramente en los anales a través de los siglos.


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